Now all those feelings, those yesterdays feelings will all be lost in time.
Mi cuerpo está lleno de explosivos, de
material inflamable. No es muy volátil. La explosividad está
controlada... Pero hay contadas chispas compuestas de traición y
violencia que terminarán en catástrofe irracional. Historias que
nunca deben ser contadas. Lágrimas. Daños colaterales.
La invisibilización y el silencio son
armas letales de un sistema para callar y borrar capítulos en la
historia de un país, de la sociedad y de una familia. El silencio y
la indiferencia sobre una hecatombe que definió consciente o
inconscientemente la vida de muchos, habría de convertirse en
confusión, en dolor.
Lo descubrí esa noche cuando murió
una parte de mí. Cuando me vi obligado a, nuevamente, crecer.
Resulta que hay algo peor que pelear
con mamá: sus lágrimas, su llanto, su sentimiento de culpabilidad
al ver cómo uno de sus hijos no fue capaz de soportar la obra de
teatro “Todo está bien” que por siempre se ha interpretado en la
familia.
Varias veces le repetí que no es su
culpa, sino mi falta de capacidad para entender por qué todo el
mundo recibe con los brazos abiertos a un ser que golpeó y amenazó
de muerte a los seres que más quiero. ¿Tengo derecho a cuestionar?
¿Tienen derecho a fingir que nunca pasó?
Quisiera estar con mi madre y
abrazarla. Platicar con ella. Verla a los ojos. Sentirnos como dos
viejos amigos que después de tanto tiempo se reencuentran.
Quisiera decirle que los días de
tormento ya quedaron atrás y nunca volverán. La realidad es que aún
hay fantasmas con los que no quiero lidiar ni vivir. Pero el riesgo
de que se crucen los caminos queda latente. Y entonces arde la
pólvora.
Pareciera que cargo conmigo todo un
compendio de narraciones surrealistas. Que me esmero en crear
escenarios para alimentarlo con nuevos relatos de dolor innecesario.
Pareciera que encima de mis hombros llevo un huracán listo para
devastar.
¿Dignidad, respeto, seguridad? ¿Valen
la pena? Empiezo a creer que no. Si este vacío -que crece cada
segundo y se multiplica con cada kilómetro de lejanía- es el
resultado de defender las lágrimas y la sangre derramada en batallas
de antaño, entonces me quiero apartar a un lado. Fingir que nada
pasa.
Ya me cansé de preguntar, de
responder, de buscar el origen. Ya me cansé de escudriñar en mi
cabeza, sin llegar a ningún lado, algo que simplemente es. Punto. Es
y ya.
Demasiado tarde.
Me descubrí como un ser envidioso que
prefirió revivir y alejarse de un conflicto. Me alejé de mi madre,
mi amiga. Nos quité la oportunidad de vernos crecer uno al otro. Nos
quité la oportunidad de cruzar un año más.
Me dolió ver su dolor y tristeza en
los ojos, haciendo esfuerzos monumentales para ser firme como la roca
que siempre nos ha dado la fuerza para mantenernos juntos ante la
catástrofe.
Lo siento mamá. Yo no olvido el año
viejo. Te prometo que algún día lo voy a olvidar. Por ti. Por mí.