A mí me vale la cultura; lo que yo quiero es mi dinero.- Roberto Cantoral Zucchi
Hace poco más de tres meses que no me paraba por estos lugares. Una disculpa si me extrañaban (no lo creo). Algo ha estado dando vueltas en mi cabeza que trataré de poner en orden en este post.
Desde que revivió el tema del ACTA, he tratado de empaparme a profundidad sobre el tema para darle
una cobertura de calidad para El Economista desde la trinchera que me corresponde y he asumido con la más grata pasión: la libertad digital.
Creo que ya lo he dicho antes a algunas personas, pero lo repito aquí. ACTA es parte del mundo que la banda de rock Nine Inch Nails -con el corazón creativo de Trent Reznor- propuso en el disco Year Zero: un mundo vigilado día y noche, sin privacidad, que
castiga a la libertad, que enajena el libre pensamiento, que invita al consumismo desenfrenado y castiga al que intenta mantenerse al margen.
¿Quién quisiera vivir en un mundo así? ¡NO MAMEN! ¡¿QUIÉN?!
Esa pregunta rondaba en mis pensamientos cuando el 19 de julio del 2012, convocados en
una rueda de prensa por un organismo llamado Coalición por el Acceso Legal a la Cultura (CALC), me topé con esos "quiénes".
**ADVERTENCIA: si continúa leyendo, acepta que los comentarios aquí vertidos representan mi opinión personal como periodista y en ningún momento reflejan la postura del medio para el que escribo. Gracias.**
La rueda de prensa tenía la intención de manifestar su apoyo expreso hacia la firma del ACTA por parte del gobierno de Calderón (a.k.a. "El Espurio", ¿recuerdan?) a tal grado que felicitaron y agradecieron al Ejecutivo por velar por el gremio. (
Sic y re contra
sic).
Eran cuatro los voceros: de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) el "maestro"
Armando Manzanero, presidente vitalicio de la CALC, y
Roberto Cantoral Zucchi, vicepresidente de la CALC;
Gilda González Carmona, presidenta de la CALC y directora de la Amprofon; y
José Ángel Quintanilla, vocal de CALC y representante de la industria editorial.
Ante los insistentes cuestionamientos de la prensa (ninguno de éstos reflejado en sus notas periodísticas), los voceros aceptaron que el ACTA contiene ambigüedades (
tal como lo admitió el titular del IMPI cuando lo entrevisté) pero argumentan que quieren la "protección" de sus obras en el ambiente digital porque, en pocas palabras y parafraseando: los autores se están muriendo de hambre porque la mayor parte del consumo de canciones en Internet no se refleja en sus bolsillos.
Uno podría aceptar el argumento con esta primera lectura. Pero esas palabras son dictadas desde los monopolios culturales (Televisa, Azteca, Warner, Universal, Sony...). Y lo reconocen
off the record los mismos miembros de la CALC, excepto los anteriormente mencionados.
Para efectos de este texto, resaltaré sólo a dos personajes: Cantoral Zucchi y González Carmona. ¿Por qué? Con ellos platiqué personalmente tras la rueda de prensa y, si me permiten agregar, Manzanero es un nostálgico del cassette y el disco por lo que se niega a profundizar en la esfera digital sin satanizarla.
ROBERTO CANTORAL ZUCCHI:
"A MÍ ME VALE LA CULTURA, YO LO QUE QUIERO ES MI DINERO"
Así me respondió el
hijo de Roberto Cantoral, y hermano de Itatí Cantoral (ambos artistas que vieron florecer su carrera en Televisa) cuando le pregunté: ¿qué hay del acceso a la cultura como una forma de crear identidad nacional, de crear ciudadanía, de democratizar a la sociedad y formar la consciencia colectiva?
Cantoral Zucchi es el abogado de la SACM y, hasta donde sé, no es creador como lo pudo ser su padre o incluso su hermana.
"Si lo quieren gratis, que se los pague el gobierno entonces", fue otra de las maravillosas frases con la que, en tono grave intentando, tal vez, causar algún tipo de intimidación, refutó los argumentos sobre la importancia del acceso a la cultura para la educación y el avance social.
Es claro, el DINERO es LO ÚNICO que le interesa al miembro de la sociedad de autores. Pero
no el dinero para los autores, sino el dinero para él, para el señor Manzanero y la estructura orgánica de la SACM.
O de qué otra forma explican que este organismo defienda tanto un acuerdo internacional que transgrede la soberanía nacional, que deje abiertas las puertas a la censura y persecución en los ambientes digitales, y que a los autores, los verdaderos interesados, la única vía que les quede para defender sus derechos de autor sea a través de los órganos jurídicos de este tipo de sociedades (y por ende habría un incremento en la membresía, más recursos manejados a discreción bajo el argumento de que "o te unes o te jodes").
Aquí
una nota publicada en La Jornada donde se demuestra cómo es el verdadero actuar de los "representantes" de este gremio, donde no les importa sangrar los bolsillos de los creadores. "No somos banco", dicen.
GILDA GONZÁLEZ CARMONA:
"MUY POCOS HAN TRIUNFADO EN INTERNET"
Gilda González, abogada y ex directiva del IMPI (así que muy muy apegada a los autores, lo dudo), desdeña los esfuerzos de
Nortec Collective,
Nine Inch Nails o
Radiohead (retomados en la rueda de prensa por una reportera de CNNExpansión y por un servidor). La directora de Amprofon dice que son pocos los casos que han logrado tener éxito en Internet al compartir sus creaciones sin cobrarlas, bajo un modelo de negocios "freemium" al regalar una parte de su obra.
Esa es la clave: crear verdaderas obras, conceptos artísticos por las que vale la pena desembolsar un dinero que también se reparte en necesidades como alimento, vestido y vivienda. Está claro que
yo tampoco pagaría un peso por productos de rápido consumo como RBD, Paulina Rubio o Ninel Conde.
Pero el doble discurso de Gilda González es imposible dejar desapercibido: "el futuro del negocio de la música está en Internet", pero "Internet no es rentable". Tal vez la directora de Amprofon debería impulsar la
investigación sobre negocios digitales y los bienes culturales, si eso le preocupa.
Al leer entre líneas nos deja ver que los grandes industriales del sector que ella les da voz, prefiere quedar en una zona de confort y criminalizar la evolución social. Claro, porque yo no he escuchado que disqueras independientes, las que utilizan más Internet como medio de difusión, defiendan a capa y espada el ACTA.
Gilda González insiste que no, que el ACTA no invade libertades. Dice que ya revisó el documento a diestra y siniestra. Entonces está consciente y
aprueba que el acuerdo criminalice al que comparta una canción y está a favor de que dejen de crearse obras artísticas callejeras porque utilizan música sin un pedir permiso que dejaría a un colectivo cultural en la quiebra total. Está a favor de la censura a la innovación y creatividad, entiendo entonces.
Seamos realistas: el artista quiere ser visto, escuchado y leído. Y también quiere vivir de su obra y su pasión. Con mucho esfuerzo lo pueden lograr de forma independiente. El problema es cuando
los grandes monopolios culturales quieren acapararlo todo, pagando una miseria para hacerse de los derechos de autor de un creador, y exigiendo millonadas para aquél que quiera usar la obra que no desarrolló pero legalmente le pertenece.
González Carmona, como Cantoral Zucchi, cree que "
si quieren educación, si quieren cultura, si quieren medicinas baratas, que el gobierno lo pague". ¿Partido Verde Ecologista de México, telebancada, Enrique Peña Nieto? Hay muchas cosas por deducir de su comentario.
Triste realidad. Se disfrazan del gremio cultural para convertirse en los voceros de grandes industriales que les importa más mantener sus chequeras al tope que la democratización. Y es obvio: un pueblo informado difícilmente es manipulado.
González, Cantoral, abaratados representantes de empresarios transnacionales que quieren mantener el control, y entre sus argumentos hechos palabras dejan ver que de nuevos negocios en nuevas plataformas, no conocen ni una bicoca.
30 Seconds To Mars Give An Update On Artifact... por ArtisanNews
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