martes, 9 de septiembre de 2008

¿Sabes lo que se siente vivir muerto?



Yo sí.

Un inmenso vacío, producto de lo difícil que es seguir cuando el mismo ser que te elevó, te ha derrumbado, te ha disparado, como un cazador lo hace al pato; y más aún, cavó la tumba pero no te enterró... dejó tu cuerpo interte a la deriva y al capricho del viento, al lado del hueco.

Se siente el desastre interior y exterior, una maraña de caos en las vísceras, sin pensamiento, sólo hastío al ver cómo se aparta cada vez más de tu podrido cuerpo, descomposición que ese mismo ser provocó.

El cansancio por fingir una vida que no existe más... pretender actuar, pretender respirar, pretender caminar... pretensiones al borde del colapso... imposibilidad de llorar.

Arrepentimiento agobiante.
Sufrimiento interminable.
Fuego azul con llamas de hielo.
Abandono.

Ganas de matar.
Ganas de huir.
Ganas de gritar.
Ganas de abandonar este cuerpo.

Volver a empezar, esta vez sin creer en infundamentadas ilusiones.

Tengo frío...

sábado, 6 de septiembre de 2008

Sin champagne


Es como... haber probado la más fina champagne bajo un estado de sopor ligero e hilarante, y ahora añorarla al no poder sentirla humedecer ni hechizar mis labios una vez más. Las noches de hogaño acumulan demasiadas botellas de vino barato, tantas destinadas a mantenerme inconsciente, en ebriedad de baja calaña.

No sabe igual... no es lo mismo... no es lo que quiero... no hay substituto...

Ansío lo inalcanzable, vovler a disfrutar del elixir y protegerlo de la más fina brisa; codiciar su autenticidad y luchar por su pertenencia en mi piel y mis latidos... mas sólo tengo botellas semi vacías de tosco vidrio con líquido artificial que quema, que entretiene y esconde por minutos el vacío... pero las cenizas son demasiadas para dejar pasar gota alguna del nuevo néctar, sin cuerpo, sin alma.