martes, 7 de octubre de 2008

Sí, se advirtió

Por: Julio César Sánchez Onofre


Sí, se advirtió anteriormente que era necesario un cambio, no únicamente en el nombre del partido al poder, sino uno sustancial para no caer; sin embargo, Felipe Calderón no ha sabido llevar las riendas del usurpado liderazgo federal que desde el año 2000, “El Zorro” gerente de Coca-Cola (como llamó Rafael Correa a Vicente Fox) venía prometiendo.

Sí, se advirtió que Calderón debía alejarse de las políticas autoritarias y entreguistas, sobre todo en un contexto de quiebre económico; debía parar la militarización de la nación en lugar de transformar el ejército de paz en uno represivo y violento.

Sí, se advirtió que el poco interés en el bienestar social por parte del gobierno, la concentración de la riqueza en unos cuantos y el encarecimiento de la vida misma provocarían un quiebre.

Pero las voces del segundo país más peligroso para el ejercicio de la labor periodística no fueron escuchadas y crecen las presiones de la población mexicana inmersa en inseguridad, censura, miedo, descontento y hambre. ¿Se está configurando una peligrosa bomba de tiempo?


¡Cuánta pólvora!

El descontento magisterial ante la Alianza parar la Calidad Educativa (matrimonio de Gordillo y Calderón) que convierte al sistema educativo en un modo pragmático de tecnocratizción, revivió a la, hasta hace pocos meses, silente APPO; las movilizaciones sociales en contra de las reformas energéticas prianistas que buscan la privatización del sector petrolero; la paranoia social ante las ejecuciones que develan el verdadero poder de los cárteles de la droga; el incansable movimiento antorchista; la caída de las economías capitalistas que comienza a repercutir en la mexicana; los elevados precios del petróleo y los constantes gasolinazos que encarecen… ¡hasta los nopales! ¿Qué más necesita Calderón para aceptar su fracaso como mandatario?


La chispa

“¡Espurio!”, “¡No hay libertad!” gritaron Andrés Gómez, estudiante del CCH Sur, y Marco Virgilio Jiménez, estudiante de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, durante la ceremonia de entrega del Premio Nacional de la Juventud. Fueron detenidos bajo el argumento de disturbar una ceremonia solemne, pero puestos en libertad posteriormente ya que el gobierno tuvo la “amabilidad” de no presentar cargos en su contra.


¿Y si se hubieran quedado encerrados?

La primera acción represora, retenerlos por expresar su opinión al licenciado Felipe, generó un sinfín de reacciones en contra del mandatario. En consecuencia, si el gobierno presentaba cargos y encerraba a dichos estudiantes, la ira universitaria no se hubiera hecho esperar.

Así como hace 40 años todo inició por una bronca entre estudiantes de media superior en un partido de fútbol, en esta ocasión el detonante hubiera sido el descarado autoritarismo que el calderonismo representa. Al imaginar la magnitud de la movilización estudiantil de las instituciones de educación media superior y superior, en su mayoría públicas, pero sin descartar las células políticas en las privadas, se podría homologar el impacto al ocurrido el 2 de octubre de 1968.

Miles de estudiantes se hubieran manifestado en contra de la evidente represión, atiborrado las calles bajo consignas de libertad y exigencia de un gobernante tolerante, capaz de dirigir al país y de rendir cuentas claras a los ciudadanos.

A este movimiento, muchas otras movilizaciones sociales se hubieran sumado: las magisteriales, los sindicatos obreros, las brigadas del gobierno legítimo, los grupos de izquierda, los antorchistas, la APPO y hasta los de Atenco participarían, entre muchos otros.


Los estudiantes universitarios no están solos

El respaldo social está presente y es evidente. Las acciones militares características del gobierno actual hubieran reaccionado bajo pretexto de “preservar la paz y el orden social”: el craso error que Calderón pudiera cometer.

Y es que ahora no hay Olimpiadas, al contrario, hay descontento y especulaciones. Si un genocidio ocurriera como respuesta a las demandas sociales, la nación en general, que busca una salida al colapso de sus bolsillos y de su seguridad, así como los organismos internacionales se levantarían para exigir respuestas y su abdicación.

Si Díaz Ordaz temía por su vida, razón oficial que motivó el “freno” del movimiento estudiantil del 68, Calderón podría estar bajo las sábanas, temblando porque en cualquier momento su “teatrito” (gobierno) podría costarle la silla presidencial e incluso la vida -política- (para ser dramático).

Se salvo de ésta… Resta esperar cuánto más aguantará antes de generar una nueva chispa que podría culminar en un nuevo genocidio o en la tan esperada abdicación del moreliano presidente “ilegítimo”… Sí, se advirtió.