martes, 20 de julio de 2010

¿Dónde está la #@$% nota?

¿Cuál es la nota? ¿Que el narco ya llegó a la capital, que los mafiosos ya no respetan ni a su madre? o que estamos en el camino a ser una ciudad  que se suma a las arcas del terrorismo.


Por ser el centro por excelencia del narcomenudeo, la piratería y demás tráficos, el cártel de los Zetas quiere "comprar" el famoso barrio bravo de Tepito de la capital mexicana.




Que los sicarios ya invaden la ciudad de México; andan en los centros nocturnos con armas y con la autorización de los dueños para realizar “levantones” de jóvenes; y que en cualquier rato pueden disparar contra los comensales porque les da la gana.





El código de ética del mafioso ya no existe, como alguna vez nos lo hizo creer El Padrino. Ya se mata a diestra y siniestra, sin importar jerarquías ni culpas...

Que la juventud ya perdió la esperanza de tener una vida a largo plazo y prefiere unirse al ejército de armados reclutados por los cárteles, porque así viven decentemente y son respetados. Y cuando les preguntan ¿qué quieren hacer a los 20 años, qué quieren estudiar? responden: “no sé, ya estaré muerto entonces”.


Sí, es cierto que la violencia causada por el narcotráfico y las organizaciones criminales delictivas ya cobró más de 25 mil vidas en lo que va del sexenio de Felipe Calderón, en México... más las que anteriormente se habían registrado, décadas atrás.




Meros números, ¿Qué no? Números como los más de 6 millones de judíos que fueron aniquiladosdurante el Holocausto, o las 400 mil muertes que “oficialmente” se han producido a causa del conflicto de Darfur.




Estas cifras causan dolor, angustia, ira, impotencia y coraje, porque simbolizan asesinatos impunes, arrebatos de almas y esencias.


Sin embargo, las cifras adquieren un significado real cuando entran en cercanía con las personas.

A mí, estas cifras tomaron sentido real cuando una amiga me platicó lo que vivió y por fuentes cercanas se enteró: los sicarios ya andan sueltos en esta ciudad y sin restricción alguna para disparar; la compra de Tepito y los secuestros en antros.

¿Y si algún día me toca? ¿A mí o alguno de mis familiares y amigos?

Acá ya estábamos acostumbrados a los robos a mano armada, en el transporte público, entre otros “delitos menores”. Nos quedamos helados cuando empezaron a estar “de moda” los secuestros exprés.

Ahora, con la narcoviolencia el país está paralizado y en un estado de terror. No quiero pensar que cuando empiecen a difundirse y hacerse más evidentes los narco-crímenes en el Distrito Federal los millones de habitantes vivan con más miedo por salir de sus casas... o que el salir a trabajar y divertirse se conviertan en actos de osadía un tanto sanguinaria. Sin distinción de sexo o posición socio-económica.

No quiero imaginar las narcomantas en Periférico, Circuito Interior, Tlalpan o Viaducto.

O aún peor, no quiero ni pensar en que esta situación obligará a los ciudadanos a cargar, junto al celular, un arma de fuego para sentirse protegidos.

Pero esta realidad ya nos alcanzó y sólo hace falta alguien que lo investigue y evidencie... sólo que ¿por dónde empezar?



martes, 13 de julio de 2010

¿Los raros?

Fridas, darkies, freskies, hadas, policías, osos, paulinas, britneys y ladygagas; gritos en altavoces que pedían respeto a la diversidad y diversión… Era la ya famosa y tradicional “Marcha del Orgullo Lésbico Gay Bisexual Transgénero Transexual e Intersexual (LGBETI)”.

Un “carnaval” de colores; atuendos cargados de fantasía y erotismo, figuras y bailes que invocaban nuevos conceptos de belleza, más de 500,000 damas y caballeros “muy femenin@s” o “muy masculin@s” inundaron el 26 de junio del 2010 las calles del Centro Histórico del Distrito Federal.

En una de las principales calles del centro capitalino, Francisco I. Madero, resaltaba el más claro de los ejemplos de que la diferencia hace a la “rareza”: un trío que bien podría llamar “trovadores del rock” o “Street Rockstars”.


Street Rockstars

Tres guitarras al mando de jóvenes varones cuya apariencia podría ser un híbrido del grunge con el post-punk y un toque indie tocaban –en una perfecta interpretación acústica- el famoso tema de The Beatles:



“Yesterday,
Love was such an easy game to play.
Now I need a place to hide away.
Oh, I believe in yesterday”


Su escenario, la fachada de un grisáceo edificio al lado de la tienda de tecnología “Radio Shack”, en medio de las partículas de polvo alborotadas por los trabajos de mantenimiento del corazón del País… y la multitud que se conglomeró alrededor de este trío trovador, cuyas melodías contrastaban con los altos decibeles de A quién le importa, No soy una señora y Me solté el cabello

Sí, tres adolescentes con vestimentas opacas, desaliñados y despreocupados relucían entre tanto brillo y destello… porque eran “los raros” de ese día, porque no se preocuparon en darle un toque teatral a su aspecto, de más de 500,000 asistentes que así lo hicieron.

¿Mercadotecnia callejera o mera casualidad? Y yo que me paseaba esa tarde buscando objetivos interesantes para fotografiar, estos Rockstars callejeros acapararon mi atención, más allá de las ediciones burlescas de Madonna y María Félix.




“I try to laugh about it,
Cover it all up with lies.
I try and laugh about it,
Hiding the tears in my eyes...
Because boys don't cry”