sábado, 6 de septiembre de 2008

Sin champagne


Es como... haber probado la más fina champagne bajo un estado de sopor ligero e hilarante, y ahora añorarla al no poder sentirla humedecer ni hechizar mis labios una vez más. Las noches de hogaño acumulan demasiadas botellas de vino barato, tantas destinadas a mantenerme inconsciente, en ebriedad de baja calaña.

No sabe igual... no es lo mismo... no es lo que quiero... no hay substituto...

Ansío lo inalcanzable, vovler a disfrutar del elixir y protegerlo de la más fina brisa; codiciar su autenticidad y luchar por su pertenencia en mi piel y mis latidos... mas sólo tengo botellas semi vacías de tosco vidrio con líquido artificial que quema, que entretiene y esconde por minutos el vacío... pero las cenizas son demasiadas para dejar pasar gota alguna del nuevo néctar, sin cuerpo, sin alma.

1 comentario:

Sonia dijo...

Supongo que de eso se trata este "viaje", Julio. Verás: pienso en el trío que viste en el centro de la ciudad. Mercadológicamente o no, llegaron al lugar que era. Dieron lo que tenían que dar con su música y rompieron el tono de una tarde que tienen dueños muy claros. A lo que voy es que esa ciudad de México, donde soy una ciudadana nueva, porque se me presta como a muchos otros, es una ciudad que en su grandeza tiene el encanto de darnos a todos, los de ahí y los no, un espacio para ser, una esquina para encontrarnos a nosotros. Esa es su magia, en medio de su caos