lunes, 8 de noviembre de 2010

Y me escapé de esta Ciudad


Después de tanto movimiento, ires y venires, fiestas y enfermedades, trabajos, desveladas, escritos, indecisiones, inestabilidades, realidades y un gran número de elementos –que caracterizan a la vida-, finalmente lo hice: viajé a Guadalajara, para integrarme a Grupo Reforma vía Mural.

Sí, un sueño –aún no sé si innato o que alguien muy importante en mi vida me inculcó- que he perseguido, finalmente se vuelve realidad.

Siete horas de manejar –desvelado- mi auto en una autopista de la que nunca olvidaré los exquisitos paisajes que dibujaban los lagos de Cuitzeo y Pátzcuaro. Nunca había salido a una autopista con el volante en mi mano (si excluimos un viaje a Hidalgo, el cual quisiera no recordar en estos instantes).

Una aventura en la que, en su inicio, mi madre y Armando me acompañaron pues llegué a la Perla Tapatía sin un lugar dónde quedarme, y entre los tres conseguimos que ya firmara mi primer contrato de arrendamiento en La Calma, una zona residencial muy cercana a las instalaciones del  periódico.

La primera parada sería mostrarles a mis acompañantes el lugar donde trabajaría; pero gracias a mi audacia de ir sin un mapa y no preguntar en las calles cómo llegar, creo que les di un tour previo por toda la ciudad (reitero, TODA) antes de llegar a Zapopan (del sur) y decirles: “Miren, ahí está Mural, empiezo el miércoles).

Fueron horas las que siguieron tras comprar un par de periódicos (El Informador y Mural) para ver la sección de Aviso Oportuno y buscar una oferta tentadora para instalarme. 

Una tarea titánica en la que, para evitar detalles sin importancia, sólo diré que terminé tomando la única opción que vi por la Internet un par de días antes de partir del Defectuoso, y que nos convenció a todos... pero ese lugar me lo entregan, según la arrendadora Mary, mañana o el miércoles.

Hoy desperté en mi hogar provisional –el consultorio de Mary, quien también es homeópata- necesitando un abrazo. Los pensamientos se fugaban de mi mente con muchos deseos de haber hecho en la ciudad un sinfín de cosas antes de partir (el gran demonio que tanto temí)...

Debí decirle a Óscar por qué no lo puedo ver pero también por qué lo necesito...

Debí salir con Ana al Cultural España y al nuevo bar –que nunca fui- arriba del restaurante chino de Madero... 

Debí darme de baja temporal en la universidad y despedirme de mis amigos polacos...

Debí haber ido al cine con mi Consen, cagarnos de risa, viborear y leer hasta el último de los créditos de Verónica Decide Morir...


Debí acompañar a Alma, mija, por última vez a la BMV y terminar sus clases de manejo...

Debí abrazar a Chaps y gritarle lo orgulloso que estoy de ella...

Debí comer con Carlos, mi hermano, antes de partir...

Debí hacerle sus fotos a Raúl...

Debí ponerme una pedototota más con Caro...

Debí salir con Benja a tomar esos pulques que nos debemos...

Y quisiera no seguir por la lágrima que se escapa de mi ojo derecho.

Sin embargo, tengo algo muy especial: Viajero que vas de Germán Dehesa –que me regaló mi amada hermana Hilter, Cosa, Janet - y es lo que me da fuerzas para seguir, con la idea de que todo viaje, cambio y decisión será retribuida en, al menos, un buen relato por contar en la posteridad.

Mi vida como reportero de Negocios en Jalisco iniciará el miércoles.

(Whatever, MTV made me do this)

My Life As Juls

2 comentarios:

Lime dijo...

Reforma made you do that.

PS. Love you!

hugo balcazar dijo...

haz que valga la pena, sangra hasta ya no poder!